ELLA, Y
ÉL Y SUS
TRES MACETEROS
Ella lo observa desde un lejano balcón. Él tiene tres maceteros de lo
mediano a lo muy pequeño en la diminuta terraza a la que siempre accede solo.
La altura es la de una sexta planta. Cada mañana, desde la calle o desde otras
terrazas, se lo puede ver inclinado contemplar los maceteros; después, hacer
reiterados ademanes como de quien arranca las malas hierbas; y, luego, como de
quien encuentra diminutas piedras y las lanza a la calle. Cada uno de los
maceteros está vacío. Ella lo observa desde un lejano balcón y lo piensa.