domingo, 16 de marzo de 2008

CREDO DEL NARRADOR ORAL

Francisco Garzón Céspedes (Cuba/España)
Poema. Teoría y técnica de la narración oral escénica.
Última edición: Colección Gaviotas de Azogue 38.
Ver al final extensa nota del Gabinete de Prensa de la CIINOE.
CIINOE. ciinoe@hotmail.com
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Creo en el cuentero, todopoderoso, como memoria viva del amor, y creo en su hijo, y en el hijo de su hijo, y en el hijo del hijo de su hijo porque ellos son la estirpe de la voz, los creadores de la tierra y del cielo de las voces, la voz de voces.

Creo en el cuentero, concebido en los espejos del agua, nacido humilde, tantas veces negado, tantas veces crucificado, pero nunca muerto, nunca sepultado, porque siempre resucitó de entre los vivos congregándolos para ser chamán, griot, fabulador, contador de historias, juglar.

Creo en la magia que a la entrada de las cavernas prendió inapagable el primer fuego y reunió como estrellas el asombro, el temblor, la fe.

Creo en el cuentero que, desde los tiempos de la tribu, a todos antecedió para alcanzarnos porque es.

Creo en sus mentiras fabulosas que esconden fabulosas certezas, en el prodigio de su invención que vaticina realidades insospechadas, y es que creo en la fantasía de las verdades y en las verdades de la fantasía, por eso...

Creo en las siete leguas de las botas, en la serpiente que antes fue inofensiva gallina y en el gato único en el mundo, aquel gato que al maullar lanzaba monedas de oro por la boca.

Creo en los cuentos de mi madre, como mi madre creyó en los cuentos de mi abuela, como mi abuela creyó en los de mi bisabuela, y recuerdo la voz, la voz, la voz que me contaba para alejar la enfermedad y el miedo, la voz que recordaba los tres consejos atesorados por la madre para despedir al hijo: “Nunca dejes camino real por vereda.” “Nunca hagas de noche aquello de lo que te puedas avergonzar por la mañana.” Nunca partas por la primera.”

Creo en los derechos del niño a escuchar cuentos, y es más, creo en los derechos de los adultos a volver a escuchar los cuentos que poblaron su niñez, y es más, creo en los derechos de los adultos desde siempre y por siempre a escuchar cuentos, otros, nuevos cuentos.

Creo en el gesto del que cuenta, porque en su mano desnuda, despojadamente desnuda, está el conejo.

Creo en el tambor de Redoblante, porque qué hubiera sido del mundo si no se inventa el tambor, si la poesía no reinventara el mundo dentro de nosotros, si el cuento al improvisar el mundo no lo reordenara, si el teatro no develara la ceremonia secreta de las máscaras.

Y por eso, porque creo, narro oralmente.

Soy el que ve más que sus ojos, porque veo con los ojos jamás ciegos de los personajes de mis cuentos, y es que, cuando cuento, me vuelvo transparente como el cristal.

Porque soy, soy el pequeño príncipe bienaventurado, ¿y por qué no?, el zorro que habla lenguas humanas.

Porque soy, soy el joven trovador que descifra el tiempo, ¿y por qué no?, la anciana princesa a la que esperanzado ama (ellos saben que alguna vez tendrán la misma edad).

Porque soy, soy la alegría que uno de los cazadores ve sola en el lago, ¿y por qué no?, soy la tristeza que (a los ojos del otro) es su doble.

Porque creo soy cada uno de los tres hermanos holgazanes que aguardan alguien muerda por ellos las guayabas. Pero también soy el viejo campesino a quien únicamente detiene el arco iris.

Y aunque no lo sé todo (no sé, por ejemplo, quién salió por la puerta, si la dama o el tigre), el amor me permite adivinar debajo de los descoloridos ropajes de la fealdad el rostro librado de todo mal de la hermosura.

Y es que creo.

Es que contar es voltear creadoramente el espejo mágico.

Contar es defender la pureza (esa palabra olvidada), defender la sabiduría de la ingenuidad (que tanto han desmentido), defender la fuerza de la indagación (que es defender el derecho a dudar para crecer).

Contar es compartir la confianza.

Compartir la sencillez como transparencia de la profundidad.

Compartir el lenguaje común de la belleza.

Creo que contar es contar con cada cual de tantos, es responder las tres preguntas que abren o cierran los caminos:

¿Con quiénes cuento mi cuento?

¿Con quiénes cuento el cuento que yo cuento?

¿Quiénes cuentan conmigo el cuento de todos?

Creo que contar es amor.

Y es más, creo que al conjuro de la palabra amor todo es posible, porque el amor define, el amor inaugura, el amor permanece.

Y cualquier amor, creo que cualquier amor está libre del pecado original, cualquiera tiene la posibilidad de alcanzar el paraíso, cualquier amor amor debe ser salvado, porque todo amor salva el mundo.

Y es que amo en el amor que un ser humano me entrega el amor que es capaz de sentir por la humanidad.

Creo en el amor como plenitud, como mejoramiento humano que trasciende hacia todo y hacia todos, porque ha descubierto que no es suficiente amar, sino que es imprescindible saber amar (ah, romperle la coraza al corazón), y que ese aprendizaje no tiene por que pasar por un proceso de degradación humana que casi siempre se torna irreversible (ah, no hay que experimentarlo todo en nuestra carne, no hay que deformarse para conocer; ¿o acaso la deslealtad no es un círculo de la muerte?; acaso la injusticia no es un ángel del demonio?; ¿acaso la guerra, la guerra mezquina, la guerra rapaz, la guerra de los supuestamente poderosos /poderosos nosotros, amor, los desposeídos/ acaso la guerra no es el centro mismo del infierno?).

Creo en el amor que se expresa fervorosamente.

Y digo fervor en un susurro porque lo digo a sabiendas de que pronuncio una palabra maldita, desterrada palabra de comunión, pero cómo se hace, si para decir el perdón de los pecados, la resurrección de la carne, la vida perdurable, si para decir amor la palabra primera es solidaridad.

Creo en la solidaridad de tomar del viento el aire necesario porque todo egoísmo es un naufragio, y contar puede ser la tabla maravilladora del trapecio.

Creo que sostener la mirada cuando cuento es lograr que me acompañen, compartir el refugio, refugiarme.

Cuento dondequiera porque cuál no es el espacio invisiblemente visible del cuento. Y cuento con todo mi cuerpo porque todo vibra en mí cuando cuento.

Por eso, creo que no seré un extraño dentro del pecho de quienes me escuchen.

Y es que contar es sonrisa, lágrima. Es sorprender de horizontes, sorprendernos.

Es que multiplicar los cuentos es multiplicar la luz porque al contar toda la luz nos inunda.

Y puedo contar porque creo, creo que la evocación de la rosa puede ser tan definitiva como su presencia, y que, aunque la rosa se seca como la espina, el aroma estuvo en la flor.

Y puedo contar porque creo, creo que si cuento la soledad desaparece, y es que creo que el silencio y la palabra ocupan igual sitio en la voz.

Y puedo contar porque creo, creo que para cruzar la frontera hacia un encuentro no es obligatorio pasaporte, visado, impuesto, sólo mostrar la palabra desnuda, la palabra del desnudo corazón comprometido, porque la palabra no es simplemente para ser dicha, es para anudarla al corazón.

Y es que creo en la libertad, en la libertad no como la búsqueda alienada de ser libre, el continuo reclamo de ser libre, sino en la libertad de elegir y darse, darse y permanecer, porque la libertad más total es la libertad de comprometerse con el amor.

Creo que las cosas son verdad cuando son verdad en el momento justo, y que la verdad es la verdad aunque comience a serlo para uno solo.

Creo que lo que se sugiere puede ser más preciso que lo que se describe.

Y cuento para influir porque sé que seré influido.

Y es que creo en el arte oral escénico de narrar porque creo, creo en el amor como interacción creadora, creo que todo acto de amor convoca una respuesta.

Y creo, creo que el tiempo del amor puede volver si es la palabra del amor la que lo nombra.

Y creo, creo que el tiempo cuando no existe la pareja es de una eternidad aterradora.

Y creo, creo en la pareja como paraíso humano, y en el paraíso no en torno nuestro sino en nosotros.

Y puedo contar porque creo, creo en el paraíso como paisaje del cuerpo amado, en la ternura purificadora que desprende, en la aureola purísima de nuestros sexos dispuestos a fecundar de nosotros dos el mundo.

Y cuento para afirmarlo porque afirmar el amor de dos es afirmar el amor como universo.

Y por último, por último, por último:

Creo que hay una sola forma de amar, amar más que a uno mismo.

Porque creo en el girasol, que gira sin negar la tierra (ah, ser fiel, qué insólito).

Creo en la amistad, que es una gaviota que para volar en bandada perfecciona su vuelo.

Creo en el ser humano, que con su amor profetiza.

Creo en el pueblo, principio y fin de todo acto creador.

Y creo en mí mismo puesto que sé que soy capaz de amar.

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Este Credo del narrador oral ha sido revisado para esta edición. El autor siempre señala que tomó como punto de partida el Credo de Aquiles Nazoa (Venezuela), uno que culmina: “creo en mí mismo, puesto que sé que hay alguien que me ama”. Este Credo del narrador oral, estrenado en el Festival Internacional de Teatro de La Habana de 1987 por Garzón Céspedes, ha sido incluido en numerosos espectáculos profesionales de varios países. En 1991 apareció dentro del libro de este autor El arte (oral) escénico de contar cuentos, Editorial Frakson, de Juan Tamariz, dirigida por Ramón Mayrata, Madrid, España. Edición agotada de mil ejemplares. Y en 1996 fue traducido al árabe por el Ministerio de Cultura de Egipto y difundido masivamente (decenas de miles de ejemplares) por el Medio Oriente al ser elegido por los investigadores egipcios, y por su Instituto Superior de Arte, El arte (oral) escénico de contar cuentos como uno de los cinco libros más significativos de toda la historia de la escena latinoamericana (los otros cuatro fueron libros de historia del teatro) y ser invitado su autor a presentarlo en el Festival de Teatro Contemporáneo de El Cairo y en su Simposio Teórico sobre la Escena en América Latina y el Caribe; libro que es el antecedente de los otros libros de Garzón Céspedes sobre oralidad y comunicación: Teoría y Técnica de la Narración Oral Escénica, Ediciones Laura Avilés / Páginas, Madrid, España, 1995; y Oralidad Escénica / Los errores más frecuentes de los narradores orales escénicos, Editorial Ciudad Gótica, Colección de La Abadía, Argentina, 2006.

Es de destacar que Garzón Céspedes, mientras estrenaba sobre escenario este
Credo del narrador oral daba a conocer en ese mismo evento, impreso, su Credo del actor / de la actriz / Credo del espejo en: las páginas 10 y 11 del Boletín Oficial del XXII Congreso Mundial del Instituto Internacional del Teatro de la UNESCO y del Festival Internacional de Teatro de La Habana, Ministerio de Cultura, Ciudad de La Habana, Cuba, 4 de Junio, 1987; publicado más tarde en las páginas 140-146 de la Revista Letras Cubanas, Editorial Letras Cubanas del Instituto Cubano del Libro, Ministerio de Cultura, La Habana, Cuba, número 6, Octubre/Noviembre/Diciembre, 1987; en las páginas 14-16 de la Revista Escena, Universidad de Costa Rica, San José, Costa Rica, Año 11, números 20/21, 1989; y que desde entonces ha sido incluido por diferentes profesionales de América Latina y el Caribe en espectáculos unipersonales y en sus giras, hasta ser parte en el 2006 del guión teatral y de integración de las artes Una Gata Única en el Mundo / Espectáculo de Humor y de Amor para una Actriz, segunda sección de su libro Una historia improbable y otros textos, Editorial Ciudad Gótica, Colección de la Abadía, Argentina. El Credo del actor / Credo del espejo en una de sus versiones, la de poesía experimental, puede encontrarse en la Colección Gaviotas de Azogue, 16, Octubre 2007. Toda una aventura ético estética comparar estos dos Credos de Garzón Céspedes.

El Credo del narrador oral es el primero de los textos donde Garzón Céspedes desde la ficción aborda la ética y la estética, la teoría y la técnica de la narración oral artística. Su importancia histórica y sus resonancias han sido, son y serán, por el texto en sí mismo y sus valores y totalizaciones, y desde la significación histórica de su creador que transformó la historia de la oralidad artística en el mundo con sus hallazgos, propuestas, y miles y miles de acciones en tres continentes (resultados, que señala, posibles ante todo por lo recibido de los suyos, de su historia y valores y sensibilidades), comenzando en el año 1975 (antes que ninguna de las personas, “muy escasas” ciertamente, que quieren atribuirse algunos de estos méritos; y comenzando solo y permaneciendo solo durante años en la, de inicio silenciosa, construcción de este proceso). Creador que transformó la historia de la oralidad artística al crear la narración oral escénica, haciendo además que las sociedades volvieran la mirada hacia las dos corrientes anteriores: la de los cuenteros de la tribu o comunitarios, y la de los narradores orales artísticos para/con niños de la corriente escandinava (que incorporaron nuevos aires y recuperaron presencias). La narración oral escénica (a la que no procede sumarse cuando se es un actor que cuenta, eso es teatro) es desde 1975 la renovación del antiguo arte de contar y la fundación de un nuevo arte oral escénico, esencialmente comunicador, al ver por primera vez, conjuntamente, a la narración oral desde la oralidad y no desde la escritura, desde las ciencias de la comunicación de masas y desde las leyes generales de la escena, pero no desde las del teatro. Garzón Céspedes continúa a la vanguardia con su más reciente: narración oral escénica insólita modular (desde la década de los ochenta) que es la vanguardia de la vanguardia, la propuesta más novedosa dentro de la oralidad artística: una que hace todo lo que la oralidad puede hacer y no había hecho, y lo hace sin irse ni a la integración de las artes ni a técnicas teatrales, y aplicando el Sistema Modular de Creación de este teórico que percibe el arte como abierto por excelencia hasta el infinito. Por lo demás es conocido que Garzón siempre ha sido un defensor de la integración de las artes (desde los sesenta y sus poemas con pintores); de la integración de las artes cuando ésta se define como tal, cuando no se esconde en supuestas búsquedas calificadas sólo como orales, y cuando no es “muleta” o “bastón” por falta de comprensión y formación dentro de la oralidad, ni de excelencia. Entre lo mucho que ha hecho Garzón integrando artes (y donde es parte la oralidad narradora) está: desde su serie de siete obras dramatúrgicas con el conocido y reconocido personaje de Redoblante hasta el reciente guión Una gata única en el mundo. El Credo del narrador oral, su línea de, desde la ficción, abordar la teoría y la técnica de la narración oral artística, ha sido continuada por este autor en su Colección: Cuentos del narrador oral escénico (ver Gaviotas 34), y en su libro Cuentos para locos lúcidos (2008) donde además está su otra Colección: Cuentos del Contador de Cuentos.

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