miércoles, 2 de febrero de 2011

METAFICCIÓN: TRIBUS DE LA IMAGINACIÓN. Francisco Garzón Céspedes



COMO UN PREDESTINADO
La servilleta esconde lo escrito. Es dejada por el escritor con apariencia virgen. Cuando el siguiente comensal la usa, el texto no leído, cumpliendo feroz como un predestinado, se le graba en la boca, punta de la nariz y en ciertas zonas de las mejillas para que todos puedan degustarlo. 

CUANDO SALE A LA INTEMPERIE
Cuando el viento del otoño comienza a soplar es imparable. Tan pronto el escritor sale a la intemperie, el viento comienza a deshacerlo. El escritor se va volviendo arena suelta, esparcida. Su corazón no logra protegerlo, está ausente, alojado junto a su razón en alguna de las páginas que ha escrito.

DECLIVE
El único papel en la papelera. “¿Cómo va a vaciarla?” Mientras imagina que la vacía y siente el cansancio de tanto hacerlo, el escritor extrae aquella única hoja llena de tachaduras, la vuelve a estrujar y la dispone dentro de la papelera para que semeje otro papel, uno inédito.

DEFORMACIÓN PROFESIONAL
Tropieza la rama insólitamente torneada como escultura por la naturaleza. Nada siente. Nada le sugiere. Ni oye el viento al rozarla. Como resultado, la despedaza. Cada vez es un escritor más famoso, más dedicado a la difusión de sus libros. Ya nunca observa, jamás lee por placer, menos escucha.

DESDOBLAMIENTO
Con pánico, bajo el agua, el escritor descorre la cortina de la ducha, pero no ocurre algo inusual. No aún. Porque él no es el personaje de la víctima, sino quien la asesinará.

EGOCENTRISMO
En el texto del escritor, la línea curva deviene espiral.

ESCRIBE “BICICLETA”
El escritor piensa la bicicleta. Y escribe “bicicleta”. Y se lanza a decidir si la monta o no. La bicicleta, en tanto, pedalea, rueda. Está lista para darle la vuelta al mundo.

EXPLORACIÓN
Los ojos del escritor vuelan convertidos en cometas, al regresar traen consigo unas nubecillas grises con algo de azul.

LEVITA, ASCIENDE, CUELGA
La corbata, que ha ido cobrando forma por sí misma al reunir las palabras, cuando el escritor congela el torrente, cercenada, levita. Primero, en su sitio. Y, ya sin tocar el cuerpo, paralela al torso. Hasta que asciende. Y cuelga desde el cerebro.

PODERES
El escritor no dijo “abracadabra”. Lo escribió.

SENTIDO DEL HUMOR
Sin dinero, sin comida, sin cama, sin techo, el escritor aún bromea con lo del “estado de bienestar” al trazar las frases sobre el polvo.

SOMBRA DE ESA SOMBRA
El brillo del acero, en su fugacidad, sorprende al escritor que hasta cree ver la sombra de esa sombra que sale de la página. Mas los ojos sólo perciben cuando la cabeza sigue en el cuerpo.

SI TAN SIQUIERA AQUEL PROPÓSITO
La herradura cuelga de la mecedora. Se balancea como la suerte. Como la muerte. El escritor, hacia delante, hacia detrás, ha colgado cerca de su cabeza la herradura cual un talismán. Pierde energías. Y pierde los recuerdos no escritos. Querría herrarlos. Querría reconvocarlos. Querría conjurar su destierro. Si pudiera anclarlos. Colgar un ancla afuera, adentro. Si tan siquiera aquel propósito no se le olvidara.